¿El pan es malo? Mito o realidad
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¿El pan es malo? Mito o realidad
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Seguramente has escuchado que “el pan es malo” o que “deberías eliminarlo si quieres estar saludable”. En medio de tanta información, puede ser difícil descifrar la realidad y saber si realmente es el “villano” que nos cuentan.
Hoy en día, existe un miedo generalizado hacia el pan en redes sociales, alimentado por dietas que recomiendan eliminarlo sin una base científica sólida. Pero, ¿por qué no deberías tenerle miedo? Un adelanto: no necesitas dejarlo para llevar una vida saludable.
Desde siempre con nosotros
Aunque cueste creerlo, el pan nos acompaña desde hace más de 10.000 años. A lo largo del tiempo, ha estado presente en múltiples culturas como una de las principales fuentes de energía y proteínas.
Su relación con la salud es relevante: contribuye a cubrir las necesidades energéticas del cuerpo. Según un estudio realizado por expertos, especialmente cuando se elabora con trigo de grano entero, el pan puede reducir factores de riesgo asociados a enfermedades crónicas no transmisibles. Por eso, su consumo se ha vinculado con la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad, cáncer de colon y diverticulosis intestinal.
Entonces, ¿por qué se puso “de moda” odiar al pan?
En redes sociales abundan las llamadas “dietas milagrosas” que clasifican los alimentos como “buenos” o “malos”. Las dietas bajas en carbohidratos o sin gluten, muy populares para perder peso, han contribuido a generar miedo al pan.
Sin embargo, los carbohidratos son uno de los tres macronutrientes esenciales —junto a las proteínas y las grasas— y son fundamentales para una alimentación equilibrada porque proporcionan energía útil para el cuerpo. Recuerda: ningún alimento, por sí solo, engorda o adelgaza. Todo depende de su
aporte energético y del balance calórico total que mantenemos a lo largo del día.
¿Puede ocasionar diabetes?
Depende del tipo de pan. El índice glucémico (IG) del pan integral, por ejemplo, suele ser más bajo que el de otros alimentos procesados. Puedes optar por pan integral en lugar de pan blanco, ya que además de un IG menor, ofrece más fibra y micronutrientes.
¿Y el gluten?
En la última década ha crecido el consumo de productos sin gluten, motivado por la creencia de que evitarlos mejora la salud. No obstante, el gluten no es intrínsecamente perjudicial. Su ausencia no equivale automáticamente a una opción más saludable: simplemente es la eliminación de un alérgeno, relevante solo para personas celíacas o con sensibilidad al gluten.
De hecho, el pan sin gluten suele contener menos proteínas y más grasas que el pan convencional.
En resumen: no le temas al pan
A pesar de su mala reputación, el pan es un alimento que puedes disfrutar sin remordimientos. Recuerda estos puntos clave:
● El pan no es inherentemente dañino.
● Puede formar parte de una dieta equilibrada, acompañado de proteínas, verduras y grasas saludables.
● Hay muchas variedades de pan que se ajustan a distintas necesidades.
● Ningún alimento engorda por sí solo.
● El gluten no es perjudicial, salvo que tengas una condición médica específica.
Ahora que conoces más sobre este alimento, come sin miedo, pero con consciencia. La clave no está en ver al pan como un “enemigo”, sino en aprender a integrarlo de forma equilibrada en tu alimentación.
						
