El impacto del Bullying en la Salud Mental

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El impacto del Bullying en la Salud Mental

Temática: Salud Mental -

Hablar de bullying es hablar de salud mental. El acoso escolar no es solo un problema de convivencia dentro de los centros educativos, sino un fenómeno social que impacta a toda la comunidad: a quien lo sufre, a quien lo ejerce y también a quienes lo presencian. En España, los casos de acoso escolar han aumentado: el 12,3% del alumnado afirma que él o algún compañero sufre acoso o ciberbullying, según un reciente informe sobre el Acoso Escolar en los Centros Educativos.

Por eso, mirar al bullying desde la perspectiva de la salud mental no es una opción, sino una necesidad urgente en nuestras aulas y comunidades educativas.

¿POR QUÉ HABLAR DE BULLYING DESDE LA SALUD MENTAL?

El bullying deja huellas que no siempre se ven, pero que pesan. Puede afectar a nivel físico, emocional, familiar y académico.

Las personas que lo viven suelen sufrir dolores de cabeza, problemas de sueño, ansiedad, tristeza profunda e incluso pensamientos suicidas. A veces también aparecen conductas de riesgo como el consumo de alcohol, tabaco o drogas.

Socialmente, muchas veces se aíslan o pierden confianza en los demás. Y a nivel familiar, la preocupación y el malestar se trasladan al hogar. Por eso es tan importante aprender a identificar las señales internas: pensamientos negativos (“no valgo”, “nadie me quiere”), emociones intensas como miedo, rabia o tristeza, o molestias físicas sin explicación. El cuerpo y la mente hablan, y el entorno (la familia, el profesorado, los compañeros) debe estar atento para escuchar.

De hecho, el entorno puede ser un factor protector si así se trabaja.. Un aula donde se fomenta la empatía, la escucha y la expresión emocional puede cambiar muchas cosas.

NUESTRA EXPERIENCIA EN EL AULA

Desde Stay Healthy hemos comprobado que hay una gran necesidad en los centros educativos de trabajar la salud mental y la educación emocional desde edades cada vez más tempranas. Muchos centros educativos nos piden talleres y materiales porque sienten que falta vocabulario emocional y espacios seguros para hablar de lo que uno siente.

Nuestro objetivo es sencillo: que el alumnado aprenda a conocerse, expresarse y regularse emocionalmente. 

Para conseguirlo, utilizamos algunos materiales como:

  • Emomapa 360º: una actividad para identificar qué me pasa, dónde lo siento y cómo me hablo. Ponerle nombre a lo que sentimos es el primer paso para gestionarlo.
  • Detectives de lo Invisible: sirve para reconocer actitudes, señales silenciosas y aprender a construir entornos más empáticos.
  • Kit de Emergencia Emocional: un conjunto de estrategias para afrontar momentos difíciles (respiración, escritura, movimiento).
  • Técnicas de regulación emocional: ejercicios que ayudan a calmarse, escucharse y reconectar con uno mismo.

No se trata solo de “hacer talleres”, sino de promover un bienestar integral, de hablar de salud mental en el día a día. 

SEÑALES QUE DEBEMOS OBSERVAR

En casa o en el aula, hay señales que pueden indicar que algo no va bien:

  • Cambios bruscos en el comportamiento o en el estado de ánimo.
  • Aislamiento o falta de interés por actividades que antes disfrutaba.
  • Dolores de estómago, cabeza o cansancio constante sin causa médica.
  • Comentarios negativos sobre sí mismo o baja autoestima.
  • Miedo o rechazo a ir al colegio.
  • Problemas para dormir o cambios en el apetito.

Detectarlas a tiempo puede marcar la diferencia y permitir una intervención temprana.

CÓMO ACOMPAÑAR DESDE CASA Y DESDE EL AULA

Acompañar no es tener todas las respuestas, sino estar ahí, de forma empática y sin juzgar.
Algunas claves sencillas que pueden ayudar:

  • Escucha activa: dejar hablar sin interrumpir ni minimizar lo que siente la otra persona.
  • Validar las emociones: aceptar lo que siente, aunque no lo entendamos del todo.
  • Refuerzo positivo: destacar sus esfuerzos y cualidades, no solo los logros.
  • Hablar sin miedo: abordar el bullying de forma clara, sin crear tabúes ni culpables, fomentando la confianza.

Cuando familias, docentes y alumnado trabajan juntos, se crea una red de apoyo real, capaz de sostener y acompañar emocionalmente a quien lo necesita.

PEDIR AYUDA ES SALUD

Pedir ayuda no es una debilidad, es un acto de valentía. Reconocer que necesitamos apoyo psicológico o emocional es cuidar de uno mismo.

Todos (profesorado, familias y estudiantes) formamos parte de una red de cuidado mutuo. Y dentro de esa red, cada uno puede ser el apoyo de otro.

Nuestro papel como adultos, ya sea como docentes, padres o madres, es fundamental. Podemos detectar señales, acompañar y escuchar. Lo importante es no normalizar el acoso ni mirar hacia otro lado.

Si queremos escuelas seguras, tenemos que educar en empatía, respeto y autocuidado, y poner la salud mental en el centro.

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